Fue en un baile de disfraces
era una fiesta privada
cuando ya de madrugada
me sugeriste bailar.
“Yo no bailo” (fui muy seco)
y no te quise explicar
que los disfraces me asfixian,
borran mi esencia, me lisian
el alma y no soy yo mismo,
ese yo que es verdadero,
el que te observa en mi otero
desde el que siempre te miro
desde lejos e imagino
que con máscara osaría
unir tu boca y la mía…
poderte por fin besar.
En la fiesta fui consciente
de que quien lleva máscara miente,
y no quise al fin contigo
juntar los labios, bailar.
Porque el miedo que me mata
de saber que si me vieras
sin máscara no entendieras
que lo peor no es la herida
que mi rostro desfigura,
sino tu huída segura
tras mi rostro contemplar.
Y es peor cuando te miro
desde mi otero y olvido
que mis lágrimas son prenda
y alto pago del castigo
que por no haberme atrevido
a mostrarte un rostro herido
con mi vida he de pagar.