¿Por qué siempre el vecino me toca los cojones?
Post de hace años publicado en otro blog
El asunto de las relaciones humanas siempre ha sido y sigue siendo motivo de estudio para pensadores sesudos empeñados en descifrar o al menos esclarecer las claves para el entendimiento entre las personas. Por citar alguno de entre los muchos que, a diferencia de aquellos, lo vieron claro bien pronto, refiero a Jesús de Nazaret suplicando a Su Padre (de cuya existencia real se tienen pocas evidencias, y estas de veracidad tan incierta que los creyentes deben recurrir a la 'fe' para creérselo; un creyente de verdad se aferra a cualquier incredulidad, que trata de hacer creíble, para seguir creyendo), suplicando a Su Padre, digo, que los perdonase porque no sabían lo que hacían.
A mi parecer dio en el clavo Jesús y la clave última que explicaría el porqué de tanto desentendimiento, exclusivismo, inclusivismo lingüístico, o rechazo atávico está en el “no saber”, en la ignorancia, que genera suspicacia, enciende odios, y acaba desatando bestialidades entre unos y otros, sean individuos, familias, pueblos, naciones, civilizaciones o culturas. Hoy me ha dicho un amigo mío registrador de la propiedad en una ciudad próspera algo que bien podría constituir una ley universal: la vecindad siempre genera conflictos; uno no se pelea con un aborigen de Australia porque no lo tiene a mano, en cambio con el vecino de al lado cruza miradas furibundas y está dispuesto a jurar ante cualquier autoridad que es un asesino enmascarado que busca un pretexto para quitarle la vida y apoderarse de su mujer y de la clave de su wifi, como era costumbre entre los bárbaros del paleolítico -pero sin la wifi, claro.
Siempre ha habido “casus belli” para iniciar un conflicto si se ha tenido la suficiente imaginación, desfachatez, suspicacia y, sobre todo, miedo. El ansia de poder, los motivos religiosos -verdaderos o falsos-, la envidia o el mero aburrimiento han sido pretextos -explícitos o no- para emprenderla con “El Otro”, que casi siempre ha sido “El Vecino”, ese tipo, familia, pueblo, civilización que, no se sabe bien por qué, sólo es feliz tocándonos los cojones.
-¿Qué te parece este post, Bvalltu?
-Gilipolleces.
-Como casi todo lo que se dice o escribe, el truco está en hacer que parezca original o ingenioso, o mejor aún, que no se entienda una mierda y te consideren una mente portentosa.
-Si tú lo dices..., pero los que lo tienen chungo son los marcianos.
-¿Que ocurre con los marcianos?
Bvalltu enciende un puro con parsimonia; se va a poner filosófico; me dan ganas de suplicar como el nazareno: “Perdónalo porque...”, pero Bvalltu sí sabe lo que hace, vaya que si lo sabe. Retrepado en la tumbona de la azotea, con un tanga minúsculo por toda vestimenta, el puro y las gafas de sol, comienza su perorata.
-Pues como sabrás, en Marte las mujeres son de Venus, de forma que cuando los marcianos quieren echar un polvo...
-O puede que algo más serio, Bvalltu, me jode que seas tan reduccionista.
-Me la chupa lo que te joda. Y no te equivoques, corderillo, nada más serio que un buen polvo, más duradero tal vez, pero no más serio. Prosigo. Pues habida cuenta el gran número de marcianos que hay y las pocas estaciones espaciales con vuelo directo a Venus, son inevitables los atascos monumentales que con frecuencia colapsan dichas estaciones, colas interminables de marcianos apretujados en fila de a uno esperando el embarque y ya erectos por la falta endémica de sexo. Imagina una hilera de tíos apretados de atrás hacia delante embistiéndose en las nalgas con los miembros henchidos en una formación que en las orgías gays gustan denominar “El trenecito”. Los nervios encrespados y el ansia contenida provocan la inevitable y multitudinaria reyerta tras la cual son todos arrestados y encerrados en calabozos, donde son sodomizados por los internos más veteranos en cuanto llegan. De este modo, cada vez más marcianos se están volviendo sodomitas por comodidad y economía -un viaje espacial sale por un ojo de la cara- mientras las mujeres de Venus esperan con una serena desesperación la llegada de las naves con ese cargamento de cipotes de los que están tan necesitadas, la mayoría al parecer. Que desaparezcan los marcianos me la chupa, pero la imagen de ese rebaño hambriento y chorreante en Venus me pone de los nervios. Y yo aquí con un terrícola subnormal, no te jode.
-Gracias Bvalltu, tu ternura me conmueve. Me voy a la cama.
-Y ese nazareno tuyo, yo lo vi, que lo sepas, y era un tipo muy hábil, y un actor de los que ya no quedan. Os la coló, corderillo.
La cornamenta de la luna, la bóveda estrellada de la noche mágica, el olor de una petunia...¿y si existe después de todo? ¿Y si todo es un prueba, o una broma? ¿Y si dejamos de pelearnos? ¿Y si...
-¿Y si te callas?
-Vale.